- Las empresas están obligadas por ley a reducir su huella de carbono desde 2023
- Surgen oportunidades que pueden aprovecharse para realizar inversiones de capital riesgo
En 1856 nacía la ciencia del cambio climático y más de 160 años después, gobiernos y organizaciones de todo el mundo siguen intentando frenar el calentamiento global y planteando nuevas estrategias que ayuden a reducir los efectos climáticos de estos gases. Una de las estrategias más comunes es la reducción de la huella de carbono. ¿Pero qué es eso? La cantidad total de gases de efecto invernadero, expresada en equivalentes de dióxido de carbono, que se libera a la atmósfera de forma directa o indirecta.
España aprobó la Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética, que obliga a las empresas a reducir su huella de carbono desde 2023, fomentando su contribución al cumplimiento de los objetivos establecidos para la reducción de emisiones de CO2. Esta ley incluye una actualización al alza de las sendas vigentes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero e incremento de las absorciones por sumideros. La tierra desempeña una función crítica en este sentido, ya que actúa como sumidero o almacén de carbono. De hecho, el último Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero refleja una noticia muy positiva: las absorciones por uso de la tierra ascienden a 47,4 Millones de toneladas de CO2 equivalente. Esto supone un 16,1% de las emisiones brutas de 2022. .
En nuestro país la superficie agraria útil supone más de 23 millones de hectáreas, y casi 17 millones de ellas destinadas a cultivo. Esto supone que estamos actuando sobre un tercio del territorio español de forma constante, lo que ofrece un gran potencial para comenzar a medir cuánto CO2 absorbe nuestra tierra y registrar los resultados de nuestras actividades agrícolas para saber cuánto contribuyen a aumentar la absorción de CO2. Una vez que lo sepamos tendremos una fotografía más real de nuestra huella de carbono y podremos usarla desde el punto de vista medio ambiental y financiero.
Para que los agricultores puedan beneficiarse del mercado deben medir el secuestro de carbono que producen sus actividades y su calidad de suelo. Además, el aumento de carbono en los suelos agrícolas conlleva beneficios como mayor almacenamiento del agua, mayor actividad biológica, mejor agregación del suelo, mayor rendimiento y resistencia de los cultivos. Así lo confirma el Soil Health Institute: el 97% de los agricultores declararon que sus cultivos eran más resistentes a condiciones extremas tras adoptar sistemas de mejora del suelo como el secuestro de carbono. Aquí aparecen las tecnologías Climate Tech orientadas tanto a la mitigación mediante la captura de carbono, agricultura de carbono, captura y almacenamiento de CO2 o su correspondiente eliminación.
Este año y los siguientes seguirá esta tendencia mundial, ya que la urgencia de la acción climática, los últimos desarrollos en tecnologías innovadoras y el apoyo político son grandes impulsores de la inversión. Los inversores tendremos un papel crucial en el rápido desarrollo e implantación de soluciones Climate Tech. Deberemos analizar cuidadosamente cada propuesta en cualquier parte del mundo y sumarnos a las que realmente cuiden el medio ambiente y que al mismo tiempo sea muy rentable. No es fácil separar la paja del grano, pero con los socios internacionales adecuados y un profundo conocimiento del sector es posible. Un ejemplo de esas tecnologías y que está íntimamente vinculada con la captura de carbono del suelo es YardStick. La medición de carbono es un proceso muy costoso en laboratorios o bien se hacía de forma manual y poco precisa. Sin embargo, Yardstick permite cuantificar las reservas y los cambios de carbono del suelo alineado a los estándares del mercado, de una forma rápida y sencilla, con precisión y calidad.
Una herramienta regulada
El crédito de carbono es una unidad que representa una tonelada métrica de CO2 y la compensación de carbono se utiliza para cumplir con las obligaciones legales. Se prevé que este mercado alcance los 206,9 mil millones de dólares en 2030, creciendo a una tasa compuesta anual del 28,8% de 2023 a 2030, según Insights Leader. Además, las previsiones para plazo medio muestran un significativo incremento en el precio del carbono, pudiendo incluso llegar a superar los €100 por tonelada de CO2 eq. Mitigada, según Deloitte.
Existen dos tipos de mercados diferentes de créditos de carbono: los obligatorios y los voluntarios. En el primero, los créditos de carbono se usan para cumplir con las obligaciones legales y se regula mediante regímenes obligatorios de reducción de carbono. En el voluntario, las compensaciones se utilizan a discreción de las empresas, y se conoce por el nombre de mecanismo de compensación de carbono.
Cabe destacar que existen varios estándares para certificar que se ha llevado a cabo una reducción de emisiones. Los más conocidos son VERRA (el más popular) y Gold Estándar. Y usan metodologías que demuestran que una reducción de emisiones es real, medible, permanente y adicional. Un ejemplo de este mercado voluntario de carbono lo encontramos en España: O.Live. Aprovechando sus hectáreas de olivos han decidido sacarle un rendimiento extra. Cada hectárea tiene una capacidad de absorción neta de entre 2 y 5 créditos de CO2, y cada crédito de carbono equivale a 1.000 kilos de dióxido de carbono.
El mercado de carbono ya es una realidad tanto para los agricultores como para las empresas que deben compensar sus emisiones y brinda una oportunidad sin igual para invertir. Con el aumento de empresas y gobiernos que se comprometen a alcanzar cero emisiones netas, la demanda por estos créditos seguirá creciendo, lo que los convierte en una inversión altamente atractiva a largo plazo.
Existen numerosas tecnologías que van en línea a las nuevas regulaciones europeas como el CBAM y que, si se saben elegir, pueden formar parte de un portfolio muy rentable cuando entran en vigor dichas leyes. Estas oportunidades se ven pocas veces, si se tiene un buen flujo de información real del mercado y de lo que viene, se pueden aprovechar con gran precisión para hacer inversiones de capital riesgo.
El mercado de carbono supone una fantástica oportunidad para crear un planeta más sostenible, para que las empresas adopten prácticas que compensen su contaminación, para que los agricultores puedan sacar otro rendimiento adicional del campo usando su poder de suministro de carbono. Y también para impulsar los proyectos científicos y tecnológicos que ayuden en la medición del carbono de una forma sencilla y rentable.